Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Con la llegada de las fiestas decembrinas, los villancicos vuelven a ocupar un lugar central en las celebraciones familiares y comunitarias en México.
Estas melodías tradicionales, que en su mayoría surgieron en Europa entre los siglos XV y XVIII, llegaron al territorio mexicano durante la época virreinal y se integraron profundamente en las festividades religiosas y populares.
Un legado que llegó con la evangelización
El villancico tiene su origen en España, donde en la Edad Media se utilizaba el término para designar cantos populares interpretados en lengua romance.
Con el tiempo, estos cantos adquirieron un carácter religioso y comenzaron a emplearse en celebraciones litúrgicas, especialmente durante la Navidad.
Cuando los misioneros arribaron a la Nueva España en el siglo XVI, trajeron consigo estas composiciones.
Pronto, los villancicos se adaptaron a nuevas lenguas y ritmos, incorporando en ocasiones elementos indígenas y africanos. Durante los siglos XVII y XVIII, catedrales como las de Puebla, Oaxaca y la Ciudad de México se convirtieron en importantes centros de producción y difusión de villancicos, muchos de ellos escritos por compositores novohispanos como Juan Gutiérrez de Padilla o Manuel de Sumaya.
Los favoritos que persisten hoy
Actualmente, entre los villancicos más populares en México destacan:
“Noche de Paz”, compuesto en 1818 en Austria y traducido al español a finales del siglo XIX, sigue siendo uno de los más interpretados en ceremonias religiosas y conciertos navideños.
“Los Peces en el Río” y “Campana sobre Campana”, ambos de origen español, se volvieron indispensables en América Latina gracias a su tono festivo y su fácil interpretación.
“El Burrito Sabanero”, compuesto en Venezuela en 1972 por Hugo Blanco, se convirtió rápidamente en un clásico infantil en México.
“Mi Burrito de Belén”, que comparte temática con el anterior, también es favorito en escuelas y festivales navideños.
El papel de las posadas en la tradición musical
En las tradicionales posadas mexicanas, celebradas desde el siglo XVI, destaca el canto de “Pedir Posada”, una pieza responsorial que recrea la búsqueda de alojamiento por parte de María y José. Esta práctica, introducida por los agustinos y popularizada posteriormente por los franciscanos, continúa siendo un ritual identitario que conserva viva la tradición del villancico en México.
Un patrimonio que perdura
De acuerdo con especialistas en música tradicional, la permanencia de estos villancicos se debe a su transmisión intergeneracional y su arraigo en las festividades familiares. Aunque los géneros contemporáneos han adquirido presencia en las celebraciones navideñas, los villancicos siguen encabezando las listas de reproducción decembrinas y representan un componente fundamental del patrimonio cultural musical del país.


















