Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Con más de tres mil años de historia, el Xoloitzcuintle no es solo una raza de perro: es un símbolo vivo de la cultura mexicana. Este canino de aspecto inusual, a menudo sin pelo, ha acompañado a las civilizaciones prehispánicas desde tiempos ancestrales, siendo valorado no solo por su lealtad, sino también por su profundo significado espiritual.
Su nombre proviene del náhuatl Xólotl (dios del inframundo) y itzcuintli (perro), lo que refleja su papel en la mitología mexica como guía de las almas hacia el Mictlán, el mundo de los muertos. Más allá de sus raíces místicas, el Xoloitzcuintle también era apreciado por su calor corporal, considerado terapéutico por muchas culturas indígenas.
A pesar de haber estado en peligro de desaparecer durante el periodo colonial, esta raza fue rescatada gracias al interés de investigadores y amantes de los animales. Hoy, el Xolo es reconocido como Patrimonio Cultural Vivo, y es una presencia habitual en eventos culturales, obras de arte y hasta en la cinematografía mexicana.
Con su elegante figura, mirada profunda y una historia que se entrelaza con la identidad nacional, el Xoloitzcuintle no solo ha sobrevivido al paso del tiempo, sino que se ha convertido en un embajador orgulloso de la riqueza cultural de México.


















